lunes, 30 de mayo de 2011

Vale la pena

En una película escuché decir que ser papá es: horrible, horrible, horrible horrible … pero que de pronto pasa algo que hace que todo valga la pena! Y en cierto sentido creo que tiene razón.

Es cierto nos olvidamos de las salidas con amigos en las noches y de las fiestas hasta las altas horas de la madrugada… pero nada nos da más paz que poder ver a nuestros hijos dormir plácidamente en su camita y si se ríen mientras duermen, reímos con ellos porque sentimos que son felices.

Tal vez nos desvelemos y esas recomendadas 8 horas diarias de sueño para una persona se convierten en únicamente 2! pero vale totalmente la pena, cuando los escuchamos llorar de noche y podemos ir y consolarlos y se duermen de nuevo en nuestro regazo, porque significa que se sienten seguros.

Claro comer en paz y tranquilidad es algo que nunca volvemos a experimentar, pero que importa si podemos lograr que ellos coman algo y nos hacen reír cuando agarran la cuchara solitos y se untan la cara y ese reguero pegajoso de comida en el piso no nos molesta, porque nos damos cuenta de que significa que está creciendo.

Una vez que caminan nuestros sentidos se agilizan de una manera que el hombre araña envidiaría, detenemos caídas, detectamos peligros, anticipamos por donde va a escalar, desde donde va a brincar, con que se puede tropezar.  Nuestro sexto sentido de madre se activa al triple!

También nos vuelven humildes, cuantas veces hemos comprado el juguete de marca, que suena, tiene luces canta y baila y ellos que no tienen conciencia monetaria, prefieren la bolsa de plástico del supermercado!  No diferencian una casa grande a una pequeña, a ellos solo les interesa tenernos cerca para jugar.  No saben tampoco de ropa, no les importa si es Baby Gap o si es marca “usada por varios primos antes que yo”.

Nos hacen ser mejores personas en todo sentido! Nos hacen desprendernos de nuestro egoísmo!  No podemos ser buenos padres si somos egoístas, porque instintivamente todo es para ellos primero, nuestras necesidades quedan relegadas pero no con amargura porque estamos dando nuestra vida a cambio de otra y “no hay mayor amor que el da la vida por sus amigos” o hijos!  Y sí, tal vez a cambio de entregar nuestra vida, recibamos galletas babeadas, regueros, ojeras, cansancio, estrías, dolores de espalda, etc… pero todo todo todo vale la pena, al escuchar por primera vez las palabras: Mamá!  Papá!.

1 comentario:

  1. Pues me imagino que tienes toda la razón. En este momento Vero y yo podemos decir que todas esas náuceas, sacrificios, desveladas x los achaques y demás valieron la pena cuando vimos a bebé dentro de su pancita brincar y jugar. Supimos que esa era nuestra paga, y más.

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