jueves, 24 de febrero de 2011

Misión Imposible: Chicharrón

Esta es una historia totalmente verífica.

Lugar: Chicharronera de Acserrí
Fecha: No nos acordamos
Involucrados: Fabi, Lina, Deborá, Rebeca, Andrés, Yuli, Daniel y Elisa

Después de una eucaristía decidimos junto con mi primo Fabi y su esposa Lina ir a comer chicharrones. La misión imposible comienza desde el viaje en carro, decidimos pasar un momento a la casa a cambiarnos de ropa, mientras nosotros nos cambiabamos, Lina y Fabi dentro del carro cambian la ropa formal de sus dos niñas en pijamitas calientes, puesto que ya era de noche, con una habilidad envidiable adquirida a lo largo de los años!

Como el lugar al que ibamos quedaba un poco lejos, cuando por fin llegamos Daniel se había dormido, tuvimos que sacarlo del carro cubierto con una cobija, esto lo hacia Andrés mientras yo cargaba a Elisa que para ese entonces tenia como dos meses.  El lugar estaba lleno, así que apenas entramos  nos veian con cara de locos, comprobando que aqui en este país tener ya dos hijos es una locura para la mayoría de las personas.  Inmediatamente nos dirijimos al lugar donde estaba el centro de juegos para niños, quienes tienen hijos saben que solo así podrán comer tranquilos y bueno eso tampoco asegura nada!

Sorpresa, sorpresa, esa área estaba llena! Así que eramos cuatro adultos, una niña de cuatro años, dos niños de año y medio y una bebé de dos meses... todos de pie... esperando una mesa; para nuestra suerte nos dimos cuenta que una mesa se estaba preparando para pagar la cuenta, el mesero sin pensarlo dos veces nos la ofreció y así proseguimos a acomodarnos en el reducido espacio.

Una de las cosas más maravillosas es que el lugar tenia una cunita, sí una cunita de madera (tuve que practicamente quitarsela a otra pareja que estaba por irse pero la conseguimos), Elisa tenia donde seguir durmiendo.  Siguiente problema Daniel estaba dormido cuando lo bajamos del carro, donde lo poniamos? Se nos ocurrió bajar del carro una sillita mesedora que siempre cargamos con nosotros, la pusimos en una esquina y Daniel ahora tenia donde dormir.  Debora jugaba en el play y Rebeca caminaba entre las mesas ante la mirada siempre atenta de sus papás.  Cuando de pronto... tum tum tum, farafarachin, farafarachin, la cimarrona!!!  Los tambores retumbaban, las trompetas sonaban... y por supuesto los  niños lloraban, Rebeca le tenia miedo a la giganta!  Tuvimos que llevarla a otro lado donde no los veía.  Andrés y yo nos mirabamos esperando escuchar los gritos de Daniel o Elisa, pero ¡oh sorpresa! en la casa se despiertan con el simple rechinar de una silla y aqui, con las trompetas y tambores sonando ni siquieran se movian.

Por fin llegó la comida! Daniel dormia en una esquina, en la sillita, Elisa estaba en la cuna y tapada por una cobija, que de vez en cuando levantaba, para estar segura que estaba bien.  Mientras comiamos, vacilabamos recordando que fácil eran las cosas cuando uno solo tenía que preocuparse por uno, coger un bolso, llevar la cartera y celular, un abrigo y listo!; ahora cogiamos un bolso y guardabamos los pañales, las toallitas, la crema, una pijama, un pañito, el vacito preferido de tomar fresco, otra pijama (porque uno nunca sabe de que forma se puede mojar, ensuciar o romper!), una cobija, un abrigo, un gorrito, ropa fresca (por si cambia el clima), medicina (un papá precavido no tiene precio) etc...Al final la cena fue un exito, lo disfrutamos tanto que pasamos a comprar un helado a la Mc a media noche... y seguian dormidos.

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